Por Stephani Nava Alvarado
Todos
los seres humanos estamos siempre en búsqueda de la felicidad, aunque es
difícil determinar qué significa la Felicidad con mayúscula, pero somos
conscientes de ese vacío existencial que tratamos de llenar de diversos modos,
para Aristóteles esta búsqueda era una vocación hacia la ética, pues el tratar
de ser más virtuosos era lo único que podía garantizarnos cierta felicidad, el
estagirita comparaba al ser humano con un saco vacío que al momento de llenarse
volvía a estar de nuevo vacío, más contemporáneamente Lacán asociaba esta
dimensión humana al deseo, el ser humano vive deseando y su felicidad no se
basa en concretar esos deseos sino en vivir acorde a sus ideales.
Sin
embargo, en nuestros días el consumismo nos ha planteado una supuesta forma de
obtener rápidamente felicidad, aunque esta sea efímera y superficial pero al
menos es tangible, se nos dice que las cosas materiales o económicas, pueden
saciar temporalmente ese vacío que sentimos, por ejemplo en nuestros
cumpleaños, lo que esperamos obtener son obsequios que materializan el
sentimiento de cariño que tienen las demás personas hacia nosotros, y aunque se
insista tanto que el afecto no se compra, nos parece un parámetro valedero e
incluso mesurable recibir esta clase de manifestaciones de cariño, estimación o
aprecio, de hecho existe una frase para justificar los regalos “Es sólo un
detalle”, tal vez tengan razón aquellos que opinan que “el dinero no da la
felicidad pero como se le parece” pero finalmente se trata de un espejismo, y
como todo espejismo puede uno entretenerse un rato o morir en él.
Otro
ejemplo de nuestra búsqueda de felicidad es la compra de cosas materiales para
sentirnos bien cuando hemos tenido un mal día, o simplemente para materializar
deseos con sucedáneos efímeros. En el fondo sabemos que no es así, y tratamos de
acallar nuestra conciencia, no nos da felicidad, es un plan mercadológico de
las empresas para generarnos el deseo de comprar, para fabricarnos la necesidad
hacia un producto o para ser más claros hacernos sentir parte de un grupo
selectivo, necesidades creadas sólo para consumir y por ende una búsqueda de
felicidad vacía que tiene como único objetivo el lucro de una empresa.
Hasta
aquí podríamos decir que en cualquiera de los casos la felicidad no es la compra
de un producto, ni hay ningún objeto taumatúrgico para hacernos felices, muchos
menos puede decirse que seremos felices al alcanzar un estatus social u obtener
fama y riqueza espontáneas.
Hablaremos
en cambio de lo que para muchos es una manera infalible de alcanzar cierta
felicidad, se trata del altruismo, la trillada frase de “más enriquece el dar
que el recibir” no ha perdido vigencia, incluso estudios actuales revelan que
las personas altruistas son más saludables y viven más años, por aquello de la
obsesión actual que tenemos por la salud y una vida sustentable y no se diga
del miedo a la muerte, en fin, que el valorar la vida de los demás y
preocuparse por los otros es redituable.
Por
otro lado está ese deseo de trascendencia que nos lleva a buscar perpetuar
nuestra presencia en este mundo, este deseo también puede aprovecharse de
manera positiva, todas las culturas han creído que una vida puede valorada
respecto de las acciones positivas que realizó a favor de los demás, y es que
no sabemos si una buena acción puede a la larga cambiar el mundo y en el
contexto en el que estamos hablando, ni siquiera sería importante verificarlo
fehacientemente, bastaría pensar que así como se dice que el aleteo de una mariposa puede ocasionar
un tornado en otra parte del mundo, una buena acción aun por muy pequeña
pudiera desencadenar una gran acción en otro lugar o incluso en otro tiempo, y
es que la cultura humana tiene este gran efecto, uno nunca sabe a que llevará
el buen ejemplo, una verdadera “cadena de favores” quizá.
Deberíamos
atrevernos hoy a realizar una buena acción por alguien, aun si fuéramos
calculadores esa buena acción podría algún día retornar, algunos lo llaman “karma”,
pero es simplemente una cuestión de sentido común, el pensar en lo demás
necesariamente disminuye el pensar el uno mismo y eso ya tiene un efecto
positivo porque nos lleva a dejar nuestro ensimismamiento, egoísmo e
individualismo que nos genera en principio una gran ansiedad, pero a la larga
puede convertirse incluso en depresión.
Es
importante mostrar atención a todos los modos de vida que nos rodean, porque
todo esto tiene como finalidad el aprender a mirar y ver a la gente como
realmente es y reconocer que todos somos iguales, solo con la diferencia de que
vivimos vidas y oportunidades diferentes. Es difícil comprender los caminos y
destinos al cual todos nos enfrentamos
desde que nacemos, el día a día, pero lo que sí está en nosotros es el
cómo nos ofrecemos oportunidades entre nosotros
para cambiar las adversidades de la vida.
Nuestra
independencia y nuestra autonomía, no nos desentiende de la sociedad, al
contrario nos hace más responsables con las personas que no tuvieron las mismas
oportunidades que nosotros.
Un
ejemplo de lo que tratamos de decir es la película “Los Olvidados” (Luis
Buñuel, 1950) en la cual el director hispano mexicano nos muestra de manera
esplendida el resultado de la indiferencia hacia los demás, la ‘ausencia de mirada’
lleva a la sociedad al olvido, el no mirar no se traduce en la desaparición de
la miseria al contrario, el alejamiento, el individualismo y el desinterés lo
que originan es una sociedad fragmentada que día a día ensancha su brecha de la
desigualdad social. Es un trabajo de sensibilización urgente porque estamos
acostumbrados a ver pero no a visionar, a mirar no a observar, más allá de
nuestra nariz hay muchas necesidades, algunas que ni si quiera pueden esperar a
que termine el día, de otro modo no hay garantía de una vida sustentable,
estaremos medianamente bien y seguros de nuestro hogar pero al salir la
realidad dura y amarga seguirá ahí, no tendremos con quien convivir.
Si
nosotros enfrentamos la realidad con optimismo y con madurez, podemos transformar
nuestro entorno y ser parte de un cambio donde los productos ya no sean el fin
de nuestra vida, sino por el contrario, que sean un medio que podamos compartir
con los demás. Para lograr una mayor equidad social en primer lugar hay que
identificar los proyectos de la realidad, en segundo lugar debemos dejar los
reproches por el mal funcionamiento del país, y convertirnos nosotros mismos en
la solución, más que preocupándonos, ocupándonos. Es posible un cambio visible
y responsable de la sociedad, esto supone la generación de una sociedad civil
exigente con sus autoridades pero también presente cuando se le necesitara en
casos de contingencia social, ciertamente materializar nuestros derechos
implica estar atentos respecto de las autoridades, pero también nosotros como
ciudadanos debemos respetarlos y fomentarlos y el primer paso preservar la
dignidad humana de los demás en todos los sentidos.
El
Instituto de Investigaciones Jurisprudenciales y de Promoción y Difusión de la
Ética Judicial ha iniciado en este año un Programa de Promoción del Compromiso
Social que arrancó con una colecta de juguetes, Compar-T, para el 30 de abril entregados
en San Bartolo de Tutotepec en el estado de Hidalgo, uno de los municipios más
pobres de país, esté pendiente de otros eventos de este programa en nuestra
página web:
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al teléfono: (55) 4113 1000 ext. 6124 y 6150
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